Mensaje durante la Feria de Gobernabilidad marzo 2005 Rosario
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Ante todo voy a tomarme el atrevimiento de asumir la representación de todas las ciudadanas y de todos los ciudadanos de Rosario y del propio Intendente Municipal, para decirle a Naciones Unidas gracias por esta distinción que valoramos muchísimo. Este agradecimiento también va para quien fuera el representante de Naciones Unidas en el momento de la entrega de este premio en diciembre de 2003, al actual embajador de España en Argentina, Carmelo Angulo Barturen, y para Juan Manuel Salazar y Pablo Vinocur, de quienes en una reunión inolvidable, en el PNUD en Buenos Aires, recibimos este anuncio tan importante para la ciudad de Rosario.
Este nombramiento de ejemplo de gobernabilidad democrática, creemos que puede utilizarse no como modelo o como receta sino como referencia de una experiencia que, indudablemente en cada lugar, en cada ciudad de nuestra querida América Latina, tendrá distintas formas de interpretación y de aprobación. La gran tarea es saber leer la realidad de cada una de nuestras ciudades para poder interpretar cuáles son sus necesidades fundamentales, por donde comenzar o por donde continuar preparando precisamente estas formas de gobernabilidad que hoy, particularmente en las ciudades, estamos llamados a asumirlas como un desafío.
Como todas las cosas siempre llegan tardíamente a América Latina, pero es necesario asumirlas cuando llegan. Generar un desarrollo local constituye también una gran posibilidad para tener una fuerte base de sustentación de esta pirámide de gobernabilidad que debe construir una nación y también un grupo de naciones, para poder abordar la satisfacción de las necesidades básicas y por qué no la felicidad de nuestra gente.
Es cierto que hay formas, estilos, propuestas, leyes, constituciones, que limitan esta posibilidad de construcción piramidal. En nuestro país, hay una reforma constitucional de hace once años que habla del primer nivel del Estado, que está precisamente en los municipios y sin embargo esto es una letra escrita pero no respetada, y todavía estamos hoy con la pirámide invertida. Argentina es un país que se construyó desde el puerto de Buenos Aires y se sigue pensando desde el puerto de Buenos Aires; pero la realidad está desde nuestro interior, la realidad productiva, la realidad social, la realidad que duele, la realidad que necesita una reactivación, la realidad que necesita un cambio, está aquí, en las ciudades.
Hace 100 años la mayoría de la población vivía en el campo, en las zonas rurales pero hoy, a comienzos de este siglo XXI, la gente vive en los conglomerados urbanos; en América Latina cerca del 90% de la población vive en conglomerados urbanos. Y es aquí el lugar donde se concentran las mayores demandas, las mayores necesidades, los mayores problemas sociales, económicos, pero también es el lugar de los mayores desafíos, de la mayor creatividad, de la mayor inventiva para comenzar a transformar desde abajo, con nuestros valores, con nuestra gente, con nuestra realidad, con nuestras instituciones, las ciudades que hoy tenemos.
De manera que, en cada ciudad, en cada conglomerado urbano hay factores, situaciones que quienes más las conocen son sus habitantes, sus instituciones, sus gobiernos locales, y que indudablemente, es una construcción singular la que hay que realizar allí.
Toda construcción singular no debe dejar de ver los derechos fundamentales de la gente; estos derechos que están plasmados en estos objetivos del milenio y que es necesario construir y no dejarlo simplemente en metas que algún día se puedan lograr, porque también en esto nosotros tenemos memoria. Recordábamos días pasados el acuerdo de Alma Ata, donde decía “salud para todos en el año 2000”. El año 2000 pasó y la meta no está cumplida. De manera que estos desafíos tienen que ser tomados con mucha fuerza por los gobiernos nacionales. Afortunadamente Argentina adhirió y firmó, entre de los 186 países que se sumaron a este compromiso que se lanzó bajo la presidencia de Kofi Anan. Pero es necesario darle encarnadura. Y en cada lugar hay que buscar la forma para que esto se pueda concretar.
Estos son los desafíos verdaderos que nosotros asumimos. Por eso en esta diversidad, simplemente quisiera comentarles una breve historia de nuestra ciudad de Rosario, que no necesariamente tiene que ser tomado como un modelo o un ejemplo, sino que es una historia más.
Cómo, pensando la ciudad desde una disciplina y desde uno de los derechos fundamentales de la gente, como es la salud, se construyó una propuesta, un andamiaje, una estructura, a partir del derecho a la salud de la población de Rosario.
Esto ocurre desde hace muchos años, que venimos estudiando, que hemos integrado y hemos sido, no originarios, porque todo esto es un gran tren donde nos subimos algún grupo, algunos se bajaron antes, otros se incorporaron después. Es una construcción colectiva de pensar la salud como un derecho, desde su historia, desde sus grandes hombres, desde sus grandes realizaciones, desde sus grandes instituciones, desde sus grandes proyectos, de todo un trabajo en salud que fue adecuándose o transformándose en función de la realidad y del avance de las ciencias.
Esto fue parte de un profundo estudio de muchísima gente, de mujeres y hombres que tal vez hoy no estén todos, pero es importante rendirles un homenaje a quienes dieron muchos años de su vida o algunos momentos o algunas ideas, porque todos han sido importantes en esta construcción.
La construcción en Rosario, de este modelo de salud, en el cual participaron enfermeras, médicos, bioquímicos, farmacéuticos, odontólogos, psicólogos, trabajadores sociales, fue pensada a partir de lo que se venía dando en nuestro país, sobre todo con la dictadura militar, signada por el neoliberalismo que cambió el equilibrio entre el mercado y el Estado y en nuestra ciudad pensaba en cerrar hospitales o trasladarlos.
Sobre esta base y sobre esa realidad, nosotros sostuvimos que el Estado debía garantizar la salud, y que había que construir un modelo de salud basado en nuestra historia, en nuestra cultura, en las necesidades de la gente y fundamentalmente en la solidaridad y en la participación. Y se generó esta estructura donde todo el equipo de atención primaria, que conducía la Dra. Richigier, logró un cambio a partir de la atención primaria, y generó un modelo de salud basado en la atención desde los centros de salud, desde los barrios, en forma creciente, piramidal, para poder construir un modelo con igualdad de oportunidades y gratuito.
Y este modelo, cuyos resultados ha reconocido la Organización Panamericana de la Salud, ha sido un modelo que se ha convertido en validación política, es decir que la propia población ha aceptado políticamente que este modelo, la salud como se esta dando, el entender la salud como derecho, atiende una de sus necesidades básicas, y por eso tiene validación política. Por eso es que esta construcción fue muy importante para todo el equipo que trabajó en tantas usinas y en tantas fábricas de ideas que fuimos generando.
Esto nos permitió luego, a partir de ese reconocimiento y ya desde el gobierno de la ciudad, aplicar la misma lógica a todos los ámbitos donde se intervino. Entonces no fue difícil entender lo que decía Francesco Tonucci sobre los niños. No fue difícil entender un modelo y una forma de pensar la ciudad de abajo hacia arriba, de las necesidades, de su historia y de su cultura, con su gente. Se pudo llevar adelante con los programas para discapacitados, que nosotros decimos con capacidades diferentes y que tuvo un gran aporte de la Comunidad Europea, un proyecto realmente muy valioso, de casi un millón de euros, que pudo generar en Rosario un modelo de atención a las personas con discapacidad en todos sus niveles, desde la prevención en las maternidades hasta en la rehabilitación. Y se pudo también generar un programa de género, y también un programa para desocupados, y por eso se aplicaron alternativas que nosotros sabemos que no constituyen la nueva economía, pero son alternativas que permiten a la gente vivir con dignidad, es decir vivir de su trabajo. Las huertas comunitarias, que hoy ustedes pueden ver aquí, en esta exposición, el trabajo que hacen mujeres y hombres de nuestra ciudad que quedaron a la vera del camino en este modelo de exclusión social y que sin embargo encontraron, a partir de estas propuestas de huertas comunitarias, de estas propuestas de fábrica, de estas propuestas de cooperativas de trabajo como el de barrio Las Flores, alternativas para vivir con dignidad.
Nosotros creemos que hay valores que desde las ciudades tienen que defenderse. Nosotros creemos que, por ejemplo, la democracia es perfectible y por lo tanto hay que hacer todos los días algo para que se perfeccione. Y sabemos que la democracia representativa tiene que mejorar, pero sabemos también que por la complejidad de las necesidades de nuestra población, tenemos que reforzar esa democracia representativa con la democracia participativa. Y la participación no es simplemente venir a opinar y regresar a casa. La participación es una invitación para que la gente sea parte para que la gente se involucre, para que la gente crea en sus manos, crea en su mente y comience a hacer. Porque la otra participación, es una participación que se agota en el tiempo; la gente se cansa. En cambio esta participación, donde la gente dice «yo quiero que me hagan una plaza aquí y quiero que los bancos estén de este lado y los juegos para los niños del otro lado» y esa obra se hace, como se ha realizado con el Presupuesto Participativo, genera más confianza y genera más participación y genera mucho más debate en las asambleas y genera muchas más e ideas. La gente quiere venir a decir cómo le gustaría que sea su centro de salud, su escuela, su plaza, su lugar público, como quiere que la atiendan.
La participación, tiene un gran valor para ayudar a la gobernabilidad de una ciudad. Es parte de la gobernabilidad. Porque nosotros en democracia tenemos que transformar al Estado. Nosotros en el ejercicio de esa democracia tenemos que creer, no en un estado elefantiásico que el neoliberalismo se encargó de degradar, tenemos que recrear un Estado que sirva para la gente. Un Estado que garantice los derechos básicos y elementales de la gente, pero tenemos que hacer un Estado que trabaje con la sociedad civil, que no coopte a la sociedad civil, que la deje entrar, que permita opinar a la gente. No hay que tenerle miedo al pensamiento de la gente, la prueba está en el presupuesto participativo que venimos implementando. A la gente se la invita a decidir en qué se va a gastar el dinero y la gente opina en qué se va a gastar y nunca opina cosas imposibles, siempre opina cosas posibles. Entonces ¿cómo no vamos a generar nosotros también confianza en la gente? Si nosotros creemos que es necesario que la gente recupere la confianza, la credibilidad en sus instituciones, también cuando ocupamos lugares, es necesario que le creamos.
Esto es un entendimiento de idea y vuelta. Entonces decimos que sobre esta base es importante construir solidaridad, es importante construir igualdad, es importante construir participación y es importante construir transparencia. Esta es una de las condiciones más necesarias en nuestra América Latina y en nuestra Argentina. Y la garantía de la transparencia la dan las instituciones de la sociedad civil, el control de la gente, no al control que yo nombro para que me controle a mí, sino el control que tiene que hacer la gente hacia quien tiene la responsabilidad de manejar un ómnibus, un semáforo, o la hacienda municipal.
Esto es lo que ha significado para Rosario la construcción desde un modelo de pensar primero la salud y luego la ciudad. Esto es lo que nos ha ampliado permanentemente la mira sobre a dónde queremos que vaya la ciudad. La ciudad no tiene una meta, la ciudad debe tener, obviamente, objetivos, pero no puntos de llegada, porque esta sociedad que nosotros queremos construir, es una sociedad que no se basa simplemente en darle un plato de comida al hambriento, o un libro al que tiene que aprender a leer. Estas son cuestiones fundamentales, pero tenemos que aspirar a la felicidad de la gente y la felicidad de la gente, también se construye, y se construye con diálogo, se construye con participación, se construye elevando el nivel, se construye nivelando para arriba y se construye creando.
Poco se puede hacer si no estudiamos los principios, los marcos teóricos, si no estudiamos nuestra historia, nuestra cultura, si no estudiamos nuestra realidad, si no aprendemos de todo lo que nos rodea, porque es el elemento fundamental, son los ingredientes fundamentales para poder pensar cosas nuevas, para crear algo nuevo, para tener la valentía, el entusiasmo de la creatividad.
Tenemos que atrevernos a pensar y a crear, tenemos que pensar sobre lo que tenemos y también sobre lo que vendrá. Cuando nosotros pensamos en los niños, no estamos pensando para decirle a los niños cómo tendrán que ser mañana, nosotros estamos pensando en los niños, primero por una cuestión biológica, pero fundamentalmente porque ellos serán los constructores de la sociedad del devenir. Los niños no votan, pero los niños van a construir este mañana que todos aspiramos.
Por todo ello Rosario fue elegida entre 278 ciudades para recibir esta distinción, es un hecho que nos enorgullece y a la vez nos convoca a redoblar esfuerzos para que el intercambio de ideas y experiencias entre las ciudades de América Latina sea cada vez más fructífero.
Muchísimas gracias.
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